Será que en nuestras cabezas, tenemos pequeñas personas viviendo...?...¿Cómo sabemos si en realidad no tenemos un mundo, un parque de diversiones, cerca de nuestra mente? Quizas, ciertos días, las neuronas se cansan de trabajar y se van a divertir a algún sitio, o quizás algunas se van de viaje (a veces ciertas neuronas no vuelven más). Quien sabe si tenemos neuronas, desocupadas, jubiladas, neuronas que están siendo sobrevaluadas.
Quién les dijo que más allá del pelo, del cráneo, dentro del cerebro, nuestra mente no tiene su planeta aparte...con su violencia su pobreza, su locura. En algunas cabezas quizás exista todavía el desierto, con oasis permanentes a su alrededor, pero que, por falta de eficacia de sus habitantes, no saben encontrarlo. Quizás hay otros mundos dentro de otras mentes, que son tales paraísos hermosos, paisajes bellamente sabios, con habitantes cuya buena voluntad y sapiencia es tan vasta que se nos escapa de las manos...
Tal vez, estos paraísos mentales nunca lleguen a ser comprendidos ni por sus propios dueños, porque las neuronas que habitan el desierto nunca conseguirán el oasis al hacer oídos sordos a la sabiduría de mentes capaces. Y muchos otros mundos neuronales preferirán ese simple desierto (garantizando así un espacio físico inmortal) antes que permitirse escuchar las voces de aquel edén del conocimiento.
Y es asi, que aunque ciertas cuestiones nos comprueben cientificamente que no tenemos realmente un mundo como planeta, dentro de nuestras mentes, sino que las neuronas se manejan básicamente por nuestro sistema nervioso; de vez en cuando podemos tomar el vuelo de la imaginación, y creer y esperar que los desiertos de la artificialidad...esos vacíos se llenen de la sabiduría de otros mundos mentales. Y que los hombres, como mortales, que los paraísos terrenales están justo ahí en el oasis inalcanzable al lado de los desiertos neuronales.
Fin
Maite Brunswig
