Ensalada de cadavre esquís
En el mismo momento en que todos estábamos durmiendo, comiendo, tocando la guitarra, en otro lado explotaban dos mentes dispersas simultáneamente. Pasó así.
En una sala de espera, se encontraron un ombligo y una ciruela. ¿Qué estaban esperando? Estaban esperando que los atienda el medico de la Discordia. Ellos se miraban de reojo y leían revistas de moda vegetativa.
En un momento, casi como por sorpresa, la ciruela, echó un comentario como quejoso. -¡Ahg!- dijo –Aquel mundo es tan redondo, no entiendo porque la gente no se sabe ver-. El ombligo, lo miró altanero, y le dijo –¿Te referís a los vegetales?-, -Sí- dijo la ciruela. –Es que ellos no pueden ver. No ven. No quieren. No lo necesitan. Ellos tienen otro método- dijo el ombligo. La ciruela, lo miró, y le pregunto -¿Método? ¿Cuál seria?-
-Ellos se limitan. Se auto-limitan. Y limitan a los otros- dijo, y prosiguió. –Por eso es que no se ven. Los límites no los dejan ver más allá. Para ellos vos sos una fruta y yo una parte del cuerpo, por ejemplo- Y la ciruela, abriendo grande los ojos, dijo: -¡Yo, una fruta?!!. Yo soy mucho más que eso!. Ah, qué se creen ellos??!. –Así es- dijo el ombligo, -vos pensás que a mi me gusta que me llamen “parte del cuerpo”!. No. Pero bueno. Son los limites que los oprimen- expresó resignado el ombligo.
Al cabo de un rato, el médico de la discordia, los llamó a ambos para que entrasen al consultorio, juntos. –Pasen- dijo. –Los he citado a ambos, a fin de corroborar si es que se conocen, o no. Ya que, por si no lo sabían, ambos padecen de la misma enfermedad- dijo el médico. Los dos pacientes, se miraron sin reconocerse en lo más mínimo, y sin entender una silaba de lo que se decía. El doctor, los miró y reveló: -Bueno, comprendo por su desconexión en la mirada, que no se conocen. Tengo que decirles entonces que son ustedes dos, los únicos seres de esta tierra que padecen de una extraña enfermedad- y continuó luego de un leve suspiro – Tienen ustedes, lo que se conoce como el bien de ámbar- expresó el profesional. El ombligo y la ciruela no podían creerlo. Se mantuvieron en silencio por varios segundos. Y luego la ciruela cuestionó: -Pero, ¿de qué se trata? ¿Es letal?- El medico dijo: -Se trata de una enfermedad benigna que puede llevarlos a la muerte en cualquier momento. El bien de ámbar es un mal que padecen quienes intentan alarmar y proteger a todos aquellos que se encuentran cerca de contraer desquicios sociales- y continuó –Y esto es algo letal, amigos, porque si bien, su necesidad de padecerla es imperante, podría matarlos. Llegarían a un nivel de insania tan extremo, que por querer sacar a los demás de sus mundos sensacionalistas, se encaminarían directo al suicidio-.
Los pacientes, consternados por la noticia de su inevitable suicidio, preguntaron qué podían hacer, o si existía alguna cura, cuál era. El doctor, se levantó de su silla, y dijo: -Vengan, acompáñenme, yo tengo la cura perfecta-. Ambos, ciruela y ombligo lo siguieron hasta un lugar tan iluminado que encegueció los ojos de esos dos.
Luego de unos minutos, se vieron alejándose de la sala de espera del medico de la discordia…
-Que linda palabra, ¿no es así?- pregunto la ciruela. – ¿Crisantemo? Si es hermosa de verdad, al igual que la flor en sí- respondió el ombligo. Luego la ciruela preguntó:- ¿Por donde vivís vos?- Mi casa está, de acá, dos cuadras doblando por Limbo, vos?- dijo el ombligo. La ciruela expresó:- Ah!, yo vivo a 3 cuadras de ahí, ¿vamos juntos?-. –Como, no. De todas formas somos libres. Libres!. No tenemos ninguna otra ocupación que ser fruta y parte del cuerpo…-
Dinamita! (Fin).
En una sala de espera, se encontraron un ombligo y una ciruela. ¿Qué estaban esperando? Estaban esperando que los atienda el medico de la Discordia. Ellos se miraban de reojo y leían revistas de moda vegetativa.
En un momento, casi como por sorpresa, la ciruela, echó un comentario como quejoso. -¡Ahg!- dijo –Aquel mundo es tan redondo, no entiendo porque la gente no se sabe ver-. El ombligo, lo miró altanero, y le dijo –¿Te referís a los vegetales?-, -Sí- dijo la ciruela. –Es que ellos no pueden ver. No ven. No quieren. No lo necesitan. Ellos tienen otro método- dijo el ombligo. La ciruela, lo miró, y le pregunto -¿Método? ¿Cuál seria?-
-Ellos se limitan. Se auto-limitan. Y limitan a los otros- dijo, y prosiguió. –Por eso es que no se ven. Los límites no los dejan ver más allá. Para ellos vos sos una fruta y yo una parte del cuerpo, por ejemplo- Y la ciruela, abriendo grande los ojos, dijo: -¡Yo, una fruta?!!. Yo soy mucho más que eso!. Ah, qué se creen ellos??!. –Así es- dijo el ombligo, -vos pensás que a mi me gusta que me llamen “parte del cuerpo”!. No. Pero bueno. Son los limites que los oprimen- expresó resignado el ombligo.
Al cabo de un rato, el médico de la discordia, los llamó a ambos para que entrasen al consultorio, juntos. –Pasen- dijo. –Los he citado a ambos, a fin de corroborar si es que se conocen, o no. Ya que, por si no lo sabían, ambos padecen de la misma enfermedad- dijo el médico. Los dos pacientes, se miraron sin reconocerse en lo más mínimo, y sin entender una silaba de lo que se decía. El doctor, los miró y reveló: -Bueno, comprendo por su desconexión en la mirada, que no se conocen. Tengo que decirles entonces que son ustedes dos, los únicos seres de esta tierra que padecen de una extraña enfermedad- y continuó luego de un leve suspiro – Tienen ustedes, lo que se conoce como el bien de ámbar- expresó el profesional. El ombligo y la ciruela no podían creerlo. Se mantuvieron en silencio por varios segundos. Y luego la ciruela cuestionó: -Pero, ¿de qué se trata? ¿Es letal?- El medico dijo: -Se trata de una enfermedad benigna que puede llevarlos a la muerte en cualquier momento. El bien de ámbar es un mal que padecen quienes intentan alarmar y proteger a todos aquellos que se encuentran cerca de contraer desquicios sociales- y continuó –Y esto es algo letal, amigos, porque si bien, su necesidad de padecerla es imperante, podría matarlos. Llegarían a un nivel de insania tan extremo, que por querer sacar a los demás de sus mundos sensacionalistas, se encaminarían directo al suicidio-.
Los pacientes, consternados por la noticia de su inevitable suicidio, preguntaron qué podían hacer, o si existía alguna cura, cuál era. El doctor, se levantó de su silla, y dijo: -Vengan, acompáñenme, yo tengo la cura perfecta-. Ambos, ciruela y ombligo lo siguieron hasta un lugar tan iluminado que encegueció los ojos de esos dos.
Luego de unos minutos, se vieron alejándose de la sala de espera del medico de la discordia…
-Que linda palabra, ¿no es así?- pregunto la ciruela. – ¿Crisantemo? Si es hermosa de verdad, al igual que la flor en sí- respondió el ombligo. Luego la ciruela preguntó:- ¿Por donde vivís vos?- Mi casa está, de acá, dos cuadras doblando por Limbo, vos?- dijo el ombligo. La ciruela expresó:- Ah!, yo vivo a 3 cuadras de ahí, ¿vamos juntos?-. –Como, no. De todas formas somos libres. Libres!. No tenemos ninguna otra ocupación que ser fruta y parte del cuerpo…-
Dinamita! (Fin).
Maite Brunswig
2 comentarios:
me gusto sisisi! enserio muy bueno me dejo pensando, nose que quiero ser mas si el ombligo o la ciruela, vos q decis?, medico nunca! ja, besos, te adoro amiga! exitosillos!
me encanto mei... creoq voy a empezar a seguir tus escritos por todos lados...
m dejan pensando mucho y m llegan... segui escribiendo porq es muy bueno lo q haces....
te quiero besotes
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